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sábado, 26 de diciembre de 2020
jueves, 27 de agosto de 2020
miércoles, 27 de septiembre de 2017
CLEPTOCRACIA
Estado
constitucional democrático significa un aparato político, jurídico, legislativo
y militar al servicio de las reales y efectivas
fuerzas de poder que viven de lo público a pesar que son agentes privados. La sociedad
civil está conformada por aquellos sujetos económicos que tienen la capacidad
de exigir un trato igual y la libertad de someterse a las leyes del mercado para
salir siempre victoriosos sometiendo lo público a sus intereses privados.
Por eso en
todo el mundo Capitalista y en las sociedades altamente industrializadas como
en las emergentes y las de la periferia, sin importar si son Neoliberales o Neoconservadoras,
lo público está subordinado al interés
privado. El Estado coopta lo público. Invierte los recursos públicos a favor del interés privado bajo el
engaño de actuar motivado por el bien común.
Por ejemplo, el Estado se endeuda con la banca privada internacional
y con la banca privada interna para construir
con contratistas, casi siempre foráneos,
infraestructura de bienes y servicios, como
carreteras, aeropuertos, sistemas de transporte masivo, puertos y sistemas de explotación
minera en concesión, todo ello después se deja en manos privadas para que lo exploten, sin que estos empresarios privados,
colombianos o extranjeros, tengan que invertir
un centavo ni asumir bajo su cargo los altos costos de mantenimiento, incluso
operando con exención de impuestos y con seguros y garantías en detrimento de
lo público. Operando con ejércitos de abogados tramposos que compran los
dictámenes judiciales y condenan al Estado a reconocer otros sí, pagar indemnizaciones,
renunciar a las regalías, ampliar las concesiones.
Por eso la
sociedad civil es una sociedad de privilegiados que excluyen a millones, la
sociedad civil está hecha para el beneficio privado mientras las grandes mayorías viven marginadas
de lo social. Son por eso carne de cañón para las guerras y los falsos
positivos; conejillos de indias de la desprotección
social y ciudadanos de la más baja categoría que sólo pueden mendigar del Estado
mediante tutela sus derechos no reconocidos.
En cambio los
miembros de la sociedad civil como agentes económicos y políticos que son. Son
también quienes hacen las leyes, las hacen con el convencimiento que no están obligados
a obedecerlas, mientras no los favorezcan.
Para los millones de marginados hay represión, ignorancia socializada por los
medios de información que estratégicamente confunden morbo y entretenimiento.
Los millones
de marginados no conocen del ethos sólo el pathos. Mientras los miembros
selectos de la sociedad civil salen en los titulares de las revistas del Jet
Set, las clases populares por fuera de lo social, salen en los titulares de
crónica roja. Los excluidos de lo social son apenas personas disminuidas, sujetos
manipulables que dinamizan la producción y el consumo y son movidos desde el
miedo y la ignorancia. Los grandes señores y sus familias están protegidos por
el Estado, por las legítimas fuerzas del orden, por el aparato confesional, por
la propaganda y por sus aliados en el exterior.
¿Dónde están entonces
los ciudadanos, los héroes y los líderes?
He ahí porque alguien dijo que Colombia es un país de cafres. Mientras otras sociedades
han aprendido a hacer la política para minimizar el peligro de la guerra. En
Colombia se ha institucionalidad que la única forma de hacer política es por
medio de la guerra sucia que es la tortura, muerte y desaparición del
adversario. En 60 o más años de guerra, los grandes intereses privados y la acumulación
de capital nunca se ha visto afectada. Eso sí dice mucho de la clase de país que somos.
Las próximas
elecciones 2018 son decisivas para consolidar la paz o definir la guerra. Pero
millones de personas están más preocupadas desde finales de septiembre por el pavo
navideño, las vacaciones, la ropa que van a estrenar o por el futbol elevado a
obsesión maniaco compulsiva institucionalizada. No le importa a nadie la suerte de las nuevas generaciones a
las que siempre los plutócratas les han
robado la alegría y la esperanza. De cada persona en edad de votar depende ser parte del cambio, superar esa sociedad civil excluyente tradicional por una sociedad civil que no se base en el
individualismo de posesión y en la concentración de la riqueza sino en un humanismo
responsable con la ecología, con el medioambiente, con la democratización
económica y la apertura a la cultura, a la
ciencia, al arte, al deporte para todos los colombianos y no sólo para minorías
cuyos privilegios significan explotación, enfermedad, cárcel, miseria y muerte
para el pueblo, del cual se dice
falsamente es soberano, cuando ha sido históricamente por acción de la
violencia, la ignorancia y la miseria excluido de la sociedad civil y es apenas
un argumento estadístico que evocan los
politiqueros para realizar su vocación: robarse lo público.
miércoles, 12 de octubre de 2016
COLOMBIA Y SUS GENTES VIVEN UN MOMENTO DECISIVO PARA SU FUTURO
La politización de lo
público en un país donde 22 millones de personas habilitadas para votar no
participan en una decisión histórica para el futuro de la sociedad lo que demuestra
es que la democracia colombiana no existe porque el grueso de los colombianos
no son conscientes de su ciudadanía, no ejercen sus derechos y desconocen sus
deberes y obligaciones.
Pero aún más,
politización de lo público es una herencia maldita, venimos de una consolidación republicana de un
bipartidismo antidemocrático anterior y consolidado en el Frente Nacional y de
un sistema de clientelistas y clientelas que ha ido evolucionando, lo que
significa que la politización de lo público distorsiona la realidad y lo
público no son el derecho universal para todos los colombianos y colombianas a la
cultura, la ecología, el medioambiente, el hábitat, el trabajo, la salud, la educación,
la economía, la propiedad, la inclusión de las mujeres y de las minorías étnicas
y sexuales, la seguridad y la paz. Sino que politización de lo público
significa que una cleptocracia corrupta y movida por intereses privados decide
desde los poderes públicos lo que les conviene a ellos, sin tener en cuenta un proyecto de nación.
Más aún, la
politización de lo público ha permitido que los intereses privados se nutran de
lo público. Los empresarios auto proclamados honestos que apoyaron al Sí y el No, son
los que no quieren perder nunca su participación en el Estado y poder echar mano
de la contratación. La despolitización de lo público exige que utópicamente El
Estado social de derecho renuncie a que lo privado se alimente, crezca, se
enriquezca, se empodere aprovechándose de lo público.
¿Qué hay detrás del llamado desesperado e
insistente a las fumigaciones con
glifosato? Que el Estado se endeude más adquiriendo un material químico que se produjo
por Monsanto para Colombia y que ha quedado represado, ningún país lo quiere, es
una sustancia prohibida, altamente tóxica para la salud humana y contaminante
para la naturaleza, pero hay un interés privado de utilidades, réditos, ganancias,
para que esos contratos se reactiven, son millones de dólares en juego que implica
a los mercenarios extranjeros mal llamados contratistas, que monopolizan la
aspersión aérea en el país, así se maneja
lo público.
¿Quién es Álvaro Uribe
y de donde viene su liderazgo? De una capacidad a toda prueba para hacer
política como si fuera un dirigente independiente a los partidos tradicionales
aunque venga de ellos. De su poder para hacer converger la industria ilegal del
narcotráfico y la industria legal de la empresa honorable. De su asombrosa
fuerza de unir lo más atrasado del país como el pensamiento de Alejandro
Ordoñez y lo más avanzado que es la promesa de una modernización tecnócrata, neoliberal,
que promete la privatización y la eficiencia, el milagro que hace que la economía
crezca en medio de la guerra; de su capacidad para darle apoyo a la política
exterior de Estados Unidos en Sur América enfrentando el supuesto castro-chavismo
y usar el territorio colombiano como cabeza de playa; de sus imitadores y seguidores donde un porcentaje mínimo entiende
la causas y las razones de Uribe y una masa mayoritaria canaliza su inconformismo siguiéndole
de manera inconsciente porque encarna al líder carismático en él que ven la
oferta de seguridad. Ser Uribista es aceptar que pese a todos los defectos del padre
hay que ser incondicionales con él, porque es el padre, y no seguirlo es traición, es enfrentar la
sombra del parricidio. Por eso muchos temen que Uribe pierda, que no tenga
razón, que lo malo que se dice de él sea verdad. Santos es el hijo pródigo de
Uribe que ante los ojos de las huestes
uribistas se ha alzado contra la autoridad del padre. Uribe solamente es
poderoso y carismático porque arropa y protege seres inseguros que claudican
porque sienten su minoridad, no piensan ni deciden por sí mismos, ese es el
unanimismo que inspira el líder.
Los jóvenes tienen que
marchar, protestar, participar cuando toque votar, pensar, exigir, hacer
pedagogía social con el pueblo base que es víctima de la pobreza, del miedo y
de la ignorancia salir a la calle reclamando su derecho a la vida y a vivir en paz, resistir
cívicamente, y apropiarse de la
política. Esta coyuntura es para que todos los estudiantes y sus familias se
preparen para hacer que lo público deje de ser politizado y se construya una
democracia participativa donde quepamos todos, tanto los del sí como los del
No con el compromiso de hacer pedagogía social
para que todos los colombianos y colombianas se empoderen de su papel protagónico
como agentes de la democracia aprendiendo a participar y no dejándose manipular
por los medios de comunicación y la demagogia de los políticos de siempre.
Resistencia civil: Hay
que preparar no sólo marchas sino un paro generalizado de consumidores. Jornadas
contínuas de sensibilización ciudadana para que hasta que no haya paz se
paralice el consumo en Colombia haciendo resistencia directa a las grandes
empresas que han presionado en contra de que en Colombia haya un acuerdo de paz.
De esa manera todos estarán obligados a concertar, dialogar, y pactar la paz
definitiva. La construcción de una Colombia en paz corresponderá a todos,
porque la paz no es un legado del gobierno, de los líderes, de los violentos,
nace, se conserva y se desarrolla en el corazón, la mente y la inteligencia de
todos los seres humanos y nos corresponde históricamente asumir con
responsabilidad el reto de que la paz se necesita ya.
Ni un paso atrás, viva
la vida, vivan los jóvenes. Viva el movimiento estudiantil que se nutre con
todos los otros movimientos cívicos y sociales. Todos los alzados en armas de todas
las condiciones tienen la oportunidad histórica de aportar al desarrollo de
Colombia, entrando a la vida civil por el camino de la negociación. Sí es posible una salida civilizada al conflicto y
superar las diferencias que parecen insalvables. Hagámoslo ya.
viernes, 29 de julio de 2016
martes, 12 de julio de 2016
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