CLEPTOCRACIA
Estado
constitucional democrático significa un aparato político, jurídico, legislativo
y militar al servicio de las reales y efectivas
fuerzas de poder que viven de lo público a pesar que son agentes privados. La sociedad
civil está conformada por aquellos sujetos económicos que tienen la capacidad
de exigir un trato igual y la libertad de someterse a las leyes del mercado para
salir siempre victoriosos sometiendo lo público a sus intereses privados.
Por eso en
todo el mundo Capitalista y en las sociedades altamente industrializadas como
en las emergentes y las de la periferia, sin importar si son Neoliberales o Neoconservadoras,
lo público está subordinado al interés
privado. El Estado coopta lo público. Invierte los recursos públicos a favor del interés privado bajo el
engaño de actuar motivado por el bien común.
Por ejemplo, el Estado se endeuda con la banca privada internacional
y con la banca privada interna para construir
con contratistas, casi siempre foráneos,
infraestructura de bienes y servicios, como
carreteras, aeropuertos, sistemas de transporte masivo, puertos y sistemas de explotación
minera en concesión, todo ello después se deja en manos privadas para que lo exploten, sin que estos empresarios privados,
colombianos o extranjeros, tengan que invertir
un centavo ni asumir bajo su cargo los altos costos de mantenimiento, incluso
operando con exención de impuestos y con seguros y garantías en detrimento de
lo público. Operando con ejércitos de abogados tramposos que compran los
dictámenes judiciales y condenan al Estado a reconocer otros sí, pagar indemnizaciones,
renunciar a las regalías, ampliar las concesiones.
Por eso la
sociedad civil es una sociedad de privilegiados que excluyen a millones, la
sociedad civil está hecha para el beneficio privado mientras las grandes mayorías viven marginadas
de lo social. Son por eso carne de cañón para las guerras y los falsos
positivos; conejillos de indias de la desprotección
social y ciudadanos de la más baja categoría que sólo pueden mendigar del Estado
mediante tutela sus derechos no reconocidos.
En cambio los
miembros de la sociedad civil como agentes económicos y políticos que son. Son
también quienes hacen las leyes, las hacen con el convencimiento que no están obligados
a obedecerlas, mientras no los favorezcan.
Para los millones de marginados hay represión, ignorancia socializada por los
medios de información que estratégicamente confunden morbo y entretenimiento.
Los millones
de marginados no conocen del ethos sólo el pathos. Mientras los miembros
selectos de la sociedad civil salen en los titulares de las revistas del Jet
Set, las clases populares por fuera de lo social, salen en los titulares de
crónica roja. Los excluidos de lo social son apenas personas disminuidas, sujetos
manipulables que dinamizan la producción y el consumo y son movidos desde el
miedo y la ignorancia. Los grandes señores y sus familias están protegidos por
el Estado, por las legítimas fuerzas del orden, por el aparato confesional, por
la propaganda y por sus aliados en el exterior.
¿Dónde están entonces
los ciudadanos, los héroes y los líderes?
He ahí porque alguien dijo que Colombia es un país de cafres. Mientras otras sociedades
han aprendido a hacer la política para minimizar el peligro de la guerra. En
Colombia se ha institucionalidad que la única forma de hacer política es por
medio de la guerra sucia que es la tortura, muerte y desaparición del
adversario. En 60 o más años de guerra, los grandes intereses privados y la acumulación
de capital nunca se ha visto afectada. Eso sí dice mucho de la clase de país que somos.
Las próximas
elecciones 2018 son decisivas para consolidar la paz o definir la guerra. Pero
millones de personas están más preocupadas desde finales de septiembre por el pavo
navideño, las vacaciones, la ropa que van a estrenar o por el futbol elevado a
obsesión maniaco compulsiva institucionalizada. No le importa a nadie la suerte de las nuevas generaciones a
las que siempre los plutócratas les han
robado la alegría y la esperanza. De cada persona en edad de votar depende ser parte del cambio, superar esa sociedad civil excluyente tradicional por una sociedad civil que no se base en el
individualismo de posesión y en la concentración de la riqueza sino en un humanismo
responsable con la ecología, con el medioambiente, con la democratización
económica y la apertura a la cultura, a la
ciencia, al arte, al deporte para todos los colombianos y no sólo para minorías
cuyos privilegios significan explotación, enfermedad, cárcel, miseria y muerte
para el pueblo, del cual se dice
falsamente es soberano, cuando ha sido históricamente por acción de la
violencia, la ignorancia y la miseria excluido de la sociedad civil y es apenas
un argumento estadístico que evocan los
politiqueros para realizar su vocación: robarse lo público.